Por:
Marcela Elizabeth Neira Valladares
marselyta@hotmail.com
- Resumen
- Sociedad Moderna – Sociedad
Postmoderna
- Ejes fundamentales del Proceso
Educativo
- El Rol del Alumno en el Aula
Educativa Actual
- Conclusiones
- Bibliografía
Resumen:
No podemos desconocer que el
mundo en el que nos desenvolvemos no es equivalente al de dos o tres décadas
atrás. Tenemos distintas prioridades, nuestras necesidades han evolucionado,
nuestra concepción de vida ha variado; en fin, como seres humanos hemos
permutado.
En consecuencia, y dada la
mutabilidad de nuestra naturaleza, la forma de conducir nuestra vida ya no es
la misma, pues, en el afán de mejorar nuestra subsistencia, hemos creado
herramientas que han terminado por, consiente o inconscientemente, cambiar
nuestro modo de ver y de enfrentar la vida; así, la tecnología, no es más que
el paso hacia una nueva sociedad: la Sociedad Postmoderna.
Ahora bien, si asumimos esta
evolución social, no podemos, en ningún caso, excluir la idea de que la escuela
está exenta de ese cambio. Por lo tanto, cabe preguntarnos, la escuela, creada
como institución social durante la época moderna, ¿podrá seguir funcionando aún
con la misma estructura y las mismas reglas con las que operaba décadas atrás?
Sin lugar a dudas, al unísono respondemos que no, pero, ¿estamos realmente
conscientes de ese cambio? La única manera de saberlo es adecuando nuestras
prácticas a los nuevos alumnos, y por ende, a la nueva sociedad, siendo capaces
de responder a sus nuevas necesidades y demandas.
Esta última idea es la que nos
remite, finalmente, al tema de esta monografía, es decir, el tipo de alumno que
actualmente debemos enfrentar en la sala de clases. En las próximas páginas se
intentará describir a este nuevo educando, absolutamente tecnologizado, con el
objetivo de que como docentes podamos comprender el tipo de alumnos con el que
nos relacionamos en el aula.
Descriptores:
Sociedad Postmoderna, evolución, tecnología,
docentes, alumnos.
Abstract:
We can not ignore that the world in which we
are engaged is not equivalent to that of two or three decades ago. We have
different priorities, our needs have changed, our conception of life has changed; it means that we, as human beings.
have permuted.
Accordingly, and given the mutability of our
nature, the way of leading our life is
no longer the same, therefore, in our eagerness to improve livelihoods, we have
created tools that have ended up, consciously or unconsciously, to change our
view and deal with life, in this way,
technology, is just the step towards a new society: the post modern society
However, if we assume this social
evolution, we can not, in any case
exclude the idea that the school is exempt from this change. Therefore, it is worth asking, if the school,
established as a social institution during the modern era, can continue
operating even with the same structure and the same rules they operated decades ago?
Without a doubt,
unanimously we answerer no, but are we really conscious of that change?
The only way to find out is to adapt our practices to the new students, and also to the new society, being able to respond to their changing needs and demands.
The only way to find out is to adapt our practices to the new students, and also to the new society, being able to respond to their changing needs and demands.
This last idea is one that takes us back, finally, to
the theme of this monograph, that is,
the kind of student that now must face in the classroom.
In the next pages we will attempt to describe this new
learner, absolutely tecnologizado, with the aim that we as teachers may
understand the type of student we relate in the classroom.
Describers:
Postmodern society, evolution, technology, teachers,
pupils.
Sociedad Moderna – Sociedad Postmoderna
Contexto de creación de la escuela – Contexto
de funcionamiento de la escuela
A
mediados del siglo XX, aproximadamente, la sociedad comenzó a experimentar una
serie de cambios y transformaciones en su manera esencial de constituirse y
manifestarse, tanto en el plano económico como en el plano cultural. El modo de
pensar y de comportarse del ser humano se innovó radicalmente y, por ende, el
proceder social se reformó. Debido a estas múltiples mutaciones, se denominó a
esta nueva era Sociedad Postmoderna. Pero, ¿qué fue lo que generó esta ola de
transformaciones y que, finalmente, ha terminado por cambiar nuestro
comportamiento como seres humanos? La respuesta, según varios teóricos, es la
tecnología.
No
obstante, para comprender esta noción, es necesario remitirnos, brevemente, a
la era moderna. La modernidad significó el triunfo de la racionalidad, el
cientifismo y el materialismo. La cosmovisión moderna contemplaba una idea de
mundo inamovible, estable y manejable. La relación del hombre con el mundo era
de sujeto activo – objeto pasivo. El ser humano poseía, en definitiva, una
visión de mundo único e inmutable.
Contrariamente
a la perspectiva moderna, el desarrollo tecnológico ha condicionado la esencia
del ser humano en pro de una relación interactiva con el mundo y los objetos,
es decir, ya no es sólo el ser humano quien delimita el destino del mundo, sino
también es el mundo quien condiciona el destino de los hombres. Así, podemos
definir postmodernidad como:
“Es una nueva condición social – sociedad postindustrial – y
cultural – cultura postmoderna – para la Humanidad , condición que empieza a insinuarse
después de la Segunda Guerra
Mundial y se manifiesta más claramente en la década de los años cincuenta del
siglo XX. Desde ese momento, se hace evidente una transformación en la
estructura económica de los países altamente desarrollados, como consecuencia
del desarrollo de las tecnociencias: electrónica, informática, comunicaciones;
además, el ser humano empieza a experimentar un creciente escepticismo frente a
las teoría o ideologías que le ofrecían respuestas globales y totalizadoras a
sus inquietudes espirituales e intelectuales. Esto posteriormente llevará a
hablar de una época posthistórica, postsocial, postracional, postmoderna, y,
muy recientemente, era del acceso”[1]
Irreversiblemente el ser humano
ha cambiado, por ende, cabe preguntarnos, ¿la instituciones sociales creadas
durante la época moderna podrán aún seguir funcionado sin someterse ellas
también a variaciones y reformulaciones? Sin lugar a dudas, unánimemente
respondemos que no, sin embargo, ¿actuamos para cambiar aquello y adecuarlo a
la actual sociedad?
La escuela, una de las mayores
instituciones sociales de la historia, fue creada, precisamente durante la
época moderna, es decir, ideada bajo el alero de una sociedad absolutamente disímil
a la actual, por lo tanto, su reestructuración no sólo es necesaria, sino
también urgente.
Así, llegamos al tema central de
este ensayo: el alumno en el actual contexto educativo. Si estamos conscientes
de que la escuela, en su totalidad debe reformarse, no podemos obviar que el
tipo de alumnos que los docentes enfrentamos actualmente en clases ya no es el
mismo de veinte o treinta años atrás, por lo tanto, si queremos una educación
eficiente y eficaz no podemos ignorar las características del educando que
enfrentamos actualmente, puesto que, de acuerdo a sus intereses y particularidades
es que debemos adecuar nuestros métodos de enseñanza, de lo contrario, el
aprendizaje será poco efectivo o nulo.
En consecuencia, es que se torna
imprescindible el conocimiento cabal que como docentes debemos tener de los
estudiantes, o sea, no podemos desconocer el rol que desempeña en el aula, pues
de lo contrario, nuestra labor es inútil y aquellos, aparte de no aprehender
los conocimientos que nosotros queremos otorgarles, no valoran la labor
educativa como tal, pues simplemente y por razones propias de formación, se fastidian
y no logran comprender el fin último de la escuela, esto es: formar personas
emocional e intelectualmente capaces de desenvolverse activa y positivamente en
la sociedad actual.
Ejes fundamentales del Proceso Educativo
Profesor - Alumno
Anteriormente
ya hemos insinuado la idea de un nuevo prototipo humano, por consiguiente,
comprendemos también que los sujetos que actúan como ejes fundamentales del
proceso educativo, esto es, profesor y alumno, no son análogos a los de antaño
y, por ende, su roles en el aula, han mutado.
No
obstante, antes de comenzar la descripción y definición del rol del alumno en
el aula actual, que es la temática central de este ensayo, nos remitiremos,
someramente, a las características del ser humano reinante.
Jeremy
Rifkins lo define de la siguiente manera:
“Está
naciendo un nuevo arquetipo humano: parte de su vida la vive cómodamente en los
mundo virtuales del ciberespacio; conoce bien el funcionamiento de una
economía - red; está más interesado en
tener experiencias excitantes y entretenidas que acumular cosas; es capaz de
interaccionar simultáneamente en mundos paralelos, y de cambiar rápidamente de
personalidad para adecuarse a cualquier nueva realidad – real o simulada – que
se le presente”[2]
Así, el hombre actual anhela la
intensidad y la fugacidad, detesta la monotonía y la constancia, gusta del
eclecticismo de realidades, desecha la noción lineal del tiempo, está sometido
a grandes cantidades de información, no valora lo permanente y siempre está en
busca de cambios y nuevas experiencias; en consecuencia, ¿nuestro alumno será
capaz aprender si nuestro método de enseñanza no comparte sus características e
intereses? ¿podremos adecuar nuestra metodología de enseñanza si no conocemos
el tipo de alumno con el cual nos tenemos que relacionar?
Es preciso que conozcamos en
mayor profundidad a este nuevo estudiante (para adaptar nuestras prácticas
docentes), que ha crecido bajo el amparo de nuevas tecnologías; que
internalizemos la figura del alumno ya no como un ente vacío de información,
sino carente de conocimiento; como un ser capaz de aportar a la clase tanto
como los profesores; como un ser humano crítico de su realidad y de entornos
diferentes, como un individuo activo, hábil e inquieto.
El Rol del Alumno en el Aula Educativa Actual
El porqué del comportamiento del alumno
actual
Para nadie es desconocido el hecho de que la
relación profesor – alumno ya no es semejante a aquella que imperaba en el
sistema educativo moderno, o por lo menos, no debería ser igual. Por ello, y si
queremos brindar en nuestras escuelas una educación de alta calidad, debemos
reconocer que el estudiante de hoy es diferente al de años atrás, y que por lo
tanto, su rol en el proceso de enseñanza – aprendizaje ya no es el mismo.
Tomemos la siguiente reflexión:
“el alumno ha de cambiar
también su rol y buscar un rol activo en la construcción de su propio proceso
de aprendizaje. Ya no sirve el alumno que se limita a asimilar información,
sino que ha de ser crítico, indagador, reflexivo, investigador, creativo”.[3]
Por lo tanto, la unidireccionalidad profesor – alumno en
la entrega de conocimientos ya no es válida, puesto que ahora el alumno conoce
y sabe lo mismo, o incluso más, que el propio profesor. En definitiva, el rol
del alumno como ente pasivo en el proceso de enseñanza – aprendizaje ha mutado
en que éste último colabore activamente en la ejecución de su propio
aprendizaje.
El alumno actual se caracteriza por
ser interactivo, espontáneo, inquieto, resuelto, crítico, hábil en el uso de
tecnologías y ávido de experiencias y sensaciones nuevas; por consiguiente, su
rol en el aula ya no es el de un simple espectador ni el de un simple
“comprador” de un “producto”
vendido por el profesor, sino al contrario, el estudiante actual genera su propio conocimiento, sólo con la
ayuda del profesor, aunando y relacionando productivamente el cúmulo de informaciones
que posee, encauzando éstas en pro de su beneficio personal, es decir, creando
un aprendizaje significativo para su vida y para su entorno social; en otras
palabras, es el propio educando quien produce su aprendizaje y quien dirige, en
definitiva, el proceso de enseñanza – aprendizaje.
El
docente, en el aula actual, pierde protagonismo, pues ya no es el alumno quien
está a su disposición, sino que ahora es él quien está sujeto a los intereses y
características de estos nuevos educandos.
Sin
lugar a dudas, el alumno descrito anteriormente es el que encontramos a diario
en nuestras aulas, un alumno que muchas veces se nos torna difícil controlar y
motivar, un estudiante que en reiteradas ocasiones nos sorprende con
información que para nosotros es desconocida, un educando que nos maravilla con
sus habilidades en el manejo de tecnologías. Y también, un alumno que no
sabemos comprender porque ignoramos la procedencia de sus actitudes, la causa
de su comportamiento y el origen de sus intereses.
Es
por lo anterior, que es necesario conocer el porqué del comportamiento del
alumno actual.
Andrew
Darley, en su libro “La Cultura Visual
– Digital”, plantea lo siguiente:
“Se trata
de una cultura que, en sus prácticas y expresiones, cada vez privilegia más la
forma en detrimento del contenido, lo efímero y lo superficial en detrimento de
la permanencia y la profundidad, y la imagen por la imagen en detrimento de la
imagen como referente”[4]
Por
lo tanto, debemos comprender que el alumno con el que diariamente nos
relacionamos ha nacido y se ha desarrollado en una sociedad distinta a la
nuestra, una sociedad que es dirigida y que sólo subsiste gracias a la
tecnología, por ello, la noción de vida que el alumno tiene, y por ende, la
noción de aprendizaje que posee, no es igual a la de alumnos antiguos porque
simplemente el forma parte de una generación diferente.
Nuestros
alumnos han crecido bajo el alero del computador[5] y su
herramienta más poderosa: Internet. Esta idea, aunque parezca simple, es la que
explica el comportamiento de nuestros alumnos, pues el ordenador e Internet han
mutado la concepción de tiempo y espacio de nuestros alumnos, han traído hacia
ellos el mundo entero sin el menor esfuerzo físico, han implantado la cultura
de la imagen y han inculcado en ellos la mezcla de la palabra con la imagen y
el sonido en el menor tiempo posible. Han desarrollado la valoración de la
velocidad y el conocimiento de realidades múltiples (reales o virtuales).
Además, nuestros alumnos están siendo continuamente “bombardeados” por
cantidades impresionantes de información.
Lo anterior, nos conduce a pensar
que no podemos demandar de nuestros alumnos pasividad, estaticidad y monotonía,
y menos solicitar de ellos atención en una clase sólo efectuada a través del
texto de estudio, la pizarra y el plumón, y llevada a cabo en una concepción
lineal del tiempo, pues ellos se han desarrollado en una cultura caótica, y por
tanto, demandan también una educación compleja.
Para comprender aún más esta última
idea y para conocer más cabalmente el tipo de alumnos con el cual nos
relacionamos, me gustaría citar a Patrick Slattery, que plantea lo siguiente:
“El
currículo postmoderno fomenta el caos, la no racionalidad y zonas de
incertidumbre, porque el orden complejo que existe en las salas de clases y en
las personas humanas es el lugar donde el pensamiento crítico, la intuición
reflexiva, la resolución de problemas globales florecerá”[6]
Lo
anterior nos permite inferir que la Sociedad Postmoderna
ha creado personas aptas para desenvolverse en el caos, para anular lo
estructurado y aislado y anhelar lo complejo, lo ecléctico, lo veloz, las
imágenes, la multiplicidad de realidades y la variabilidad. Por tanto,
¿nuestros alumnos estarán exentos de estas características si han nacido bajo
esta concepción de vida? Evidentemente que no, por ello, nuestros alumnos son
seres humanos capaces de aportar al mundo, aportar a su aprendizaje y al
aprendizaje de los demás, son seres activos, con intereses e inquietudes
propias, dignos de ser escuchados y dignos de ser considerados como parte
activa en el proceso de enseñanza -
aprendizaje, cuya responsabilidad, de antaño, ha recaído sólo en los profesores[7].
Conclusiones
Sin
lugar a dudas, la amplitud del tema tratado no es comparable con el ensayo
anteriormente expuesto, no obstante, el objetivo de caracterizar y delimitar
más acotadamente el rol del alumno en el aula actual lo hemos conseguido.
No
podemos desconocer que la época en la que vivimos es una etapa de transición, y
por ende, bastante compleja; pues, en palabras comunes, el mundo se está
reestructurando. Esto nos conduce a pensar que la Educación está también
inmersa en este proceso de cambio. Por ello, las instituciones educativas se
han visto enfrentadas estos últimos años a un sinnúmero de problemas. Para
muchos, la escuela ha colapsado y su reorganización y replanteamiento como
institución social se ha tornado imperiosa. Así, los sujetos fundamentales de
este agente educativo, o sea, los profesores y alumnos, también se han visto
afectados por este período colmado de vicisitudes. Es por ello que sus roles en
la educación también se han replanteado.
Por
una parte, el profesor ya no actúa como único ente poseedor de todo el conocimiento,
sino que ahora su papel es el de facilitador
del mismo y, por otra parte, el alumno ya no es la parte pasiva del
proceso de enseñanza – aprendizaje, sino que la parte activa y protagónica del
mismo. El estudiante actual es inquieto, informado, creativo, con intereses e
inquietudes propias, dispuesto y capacitado para enfrentar, apoyar y cooperar
no sólo en su propio proceso de enseñanza – aprendizaje, sino también en el de
los demás.
Sintetizando,
la adecuación de los roles de ambos sujetos a las nuevas demandas sociales es
imprescindible, pues de lo contrario, la eficiencia y la efectividad de la
escuela como agente formador de personas se verá inexpugnablemente acabado.
Para
concluir, una reflexión de Slattery:
“La educación postmoderna debe reconectar a estudiantes y
profesores, al espacio y el tiempo, el sentido y el contexto, el conocer y lo
conocido, las humanidades y las ciencias y, especialmente, el pasado, el
presente y el futuro”[8]
Bibliografía
·
Darley, Andrew
(2002). Cultura Visual – Digital.
Barcelona. Paidós Ibérica
·
Rifkin, Jeremy.
(2000). La Era del
Acceso. Barcelona Paidós Ibérica
·
Slattery, Patrick.
(1995). A Postmodern of Vision Time and
Learning. A Response to the Nacional Education Comisión Report Prisioners of Time.
Harvard Educational Review Volume 65, Number 4, pp. 612 – 633
·
Zapata, Juan.
(2003) La configuración espacio –
temporal postmoderna en los estudios
literarios. Universidad de Concepción. Proyecto Mecesup UCO 0203
Webgrafía
· http://tecnologiaedu.us.es/nweb/htm/pdf/paz1.pdf (16 – 09 – 2008)
Autora:
Marcela Elizabeth Neira
Valladares
Chile
2008
[1] Zapata,
Juan. (2003) La configuración espacio –
temporal postmoderna en los estudios
literarios. Universidad de Concepción. Proyecto Mecesup UCO 0203
[3] Prendes
Espinoza, María Paz; Martínez Sánchez, Francisco. La innovación tecnológica en
el sistema escolar y el rol del profesor como elemento clave del cambio.
Universidad de Murcia, España
http://tecnologiaedu.us.es/nweb/htm/pdf/paz1.pdf (16 –
09 – 2008)
[5] Los
primeros indicios de la era postmoderna se remontan a la invención del
telégrafo, por ende, el computador sólo es la culminación de una serie de
artefactos tecnológicos y comunicacionales que han terminado por mutar nuestra
esencia humana. Por ello, y por ser el aparato tecnológico que ha terminado por
revolucionarnos es que lo menciono, no desmereciendo ni desconociendo en ningún
caso la influencia de otras creaciones.
[6] Slattery, Patrick.
(1995). A Postmodern of Vision Time and
Learning. A Response to the Nacional
Education Comisión Report Prisioners of Time. Harvard Educational Review
Volume 65, Number 4, pp. 612 - 633
[7] Evidentemente,
el rol de los profesores debe también
cambiar. Ya no debe actuar como fuente única de saber, cuyo papel es otorgar
conocimientos al alumno, sino que debe mutar en facilitador del aprendizaje de
los alumnos a través del uso consciente y responsable de las tecnologías.
[8] Slattery,
Patrick. (1995). A Postmodern of Vision
Time and Learning. A Response to the Nacional
Education Comisión Report Prisioners of Time. Harvard Educational Review
Volume 65, Number 4, pp. 612 - 633
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