Licda. Teresa de la Cruz

El rol del alumno en el contexto educativo de la actual Sociedad Postmoderna


Por:

Marcela Elizabeth Neira Valladares   

marselyta@hotmail.com


  1. Resumen
  2. Sociedad Moderna – Sociedad Postmoderna
  3. Ejes fundamentales del Proceso Educativo
  4. El Rol del Alumno en el Aula Educativa Actual
  5. Conclusiones
  6. Bibliografía

Resumen:

No podemos desconocer que el mundo en el que nos desenvolvemos no es equivalente al de dos o tres décadas atrás. Tenemos distintas prioridades, nuestras necesidades han evolucionado, nuestra concepción de vida ha variado; en fin, como seres humanos hemos permutado.
En consecuencia, y dada la mutabilidad de nuestra naturaleza, la forma de conducir nuestra vida ya no es la misma, pues, en el afán de mejorar nuestra subsistencia, hemos creado herramientas que han terminado por, consiente o inconscientemente, cambiar nuestro modo de ver y de enfrentar la vida; así, la tecnología, no es más que el paso hacia una nueva sociedad: la Sociedad Postmoderna.
Ahora bien, si asumimos esta evolución social, no podemos, en ningún caso, excluir la idea de que la escuela está exenta de ese cambio. Por lo tanto, cabe preguntarnos, la escuela, creada como institución social durante la época moderna, ¿podrá seguir funcionando aún con la misma estructura y las mismas reglas con las que operaba décadas atrás? Sin lugar a dudas, al unísono respondemos que no, pero, ¿estamos realmente conscientes de ese cambio? La única manera de saberlo es adecuando nuestras prácticas a los nuevos alumnos, y por ende, a la nueva sociedad, siendo capaces de responder a sus nuevas necesidades y demandas.
Esta última idea es la que nos remite, finalmente, al tema de esta monografía, es decir, el tipo de alumno que actualmente debemos enfrentar en la sala de clases. En las próximas páginas se intentará describir a este nuevo educando, absolutamente tecnologizado, con el objetivo de que como docentes podamos comprender el tipo de alumnos con el que nos relacionamos en el aula.
Descriptores:
Sociedad Postmoderna, evolución, tecnología, docentes, alumnos.
Abstract:
We can not ignore that the world in which we are engaged is not equivalent to that of two or three decades ago. We have different priorities, our needs have changed, our conception of  life has changed; it means that we, as  human beings.  have permuted.
Accordingly, and given the mutability of our nature, the way of leading  our life is no longer the same, therefore, in our eagerness to improve livelihoods, we have created tools that have ended up, consciously or unconsciously, to change our view and deal with life, in  this way, technology, is just the step towards a new society: the post modern society
However, if we assume this social evolution,  we can not, in any case exclude the idea that the school is exempt from this change.  Therefore, it is worth asking, if the school, established as a social institution during the modern era, can continue operating even with the same structure and the same rules  they operated decades ago?
Without a doubt, unanimously we answerer no, but are we really conscious of that change?
The only way to find out is to adapt our practices to the  new students, and also to the new society, being able to respond to their changing needs and demands.
This last  idea is one that takes us back, finally, to the theme of this  monograph, that is, the kind of student that now must face in the classroom.
In the next pages we will attempt to describe this new learner, absolutely tecnologizado, with the aim that we as teachers may understand the type of student we relate in the classroom.
Describers:                          
Postmodern society, evolution, technology, teachers, pupils.

Sociedad Moderna – Sociedad Postmoderna

Contexto de creación de la escuela – Contexto de funcionamiento de la escuela
            A mediados del siglo XX, aproximadamente, la sociedad comenzó a experimentar una serie de cambios y transformaciones en su manera esencial de constituirse y manifestarse, tanto en el plano económico como en el plano cultural. El modo de pensar y de comportarse del ser humano se innovó radicalmente y, por ende, el proceder social se reformó. Debido a estas múltiples mutaciones, se denominó a esta nueva era Sociedad Postmoderna. Pero, ¿qué fue lo que generó esta ola de transformaciones y que, finalmente, ha terminado por cambiar nuestro comportamiento como seres humanos? La respuesta, según varios teóricos, es la tecnología.
            No obstante, para comprender esta noción, es necesario remitirnos, brevemente, a la era moderna. La modernidad significó el triunfo de la racionalidad, el cientifismo y el materialismo. La cosmovisión moderna contemplaba una idea de mundo inamovible, estable y manejable. La relación del hombre con el mundo era de sujeto activo – objeto pasivo. El ser humano poseía, en definitiva, una visión de mundo único e inmutable.
            Contrariamente a la perspectiva moderna, el desarrollo tecnológico ha condicionado la esencia del ser humano en pro de una relación interactiva con el mundo y los objetos, es decir, ya no es sólo el ser humano quien delimita el destino del mundo, sino también es el mundo quien condiciona el destino de los hombres. Así, podemos definir postmodernidad como:
“Es una nueva condición social – sociedad postindustrial – y cultural – cultura postmoderna – para la Humanidad, condición que empieza a insinuarse después de la Segunda Guerra Mundial y se manifiesta más claramente en la década de los años cincuenta del siglo XX. Desde ese momento, se hace evidente una transformación en la estructura económica de los países altamente desarrollados, como consecuencia del desarrollo de las tecnociencias: electrónica, informática, comunicaciones; además, el ser humano empieza a experimentar un creciente escepticismo frente a las teoría o ideologías que le ofrecían respuestas globales y totalizadoras a sus inquietudes espirituales e intelectuales. Esto posteriormente llevará a hablar de una época posthistórica, postsocial, postracional, postmoderna, y, muy recientemente, era del acceso”[1]
Irreversiblemente el ser humano ha cambiado, por ende, cabe preguntarnos, ¿la instituciones sociales creadas durante la época moderna podrán aún seguir funcionado sin someterse ellas también a variaciones y reformulaciones? Sin lugar a dudas, unánimemente respondemos que no, sin embargo, ¿actuamos para cambiar aquello y adecuarlo a la actual sociedad?
La escuela, una de las mayores instituciones sociales de la historia, fue creada, precisamente durante la época moderna, es decir, ideada bajo el alero de una sociedad absolutamente disímil a la actual, por lo tanto, su reestructuración no sólo es necesaria, sino también urgente.
Así, llegamos al tema central de este ensayo: el alumno en el actual contexto educativo. Si estamos conscientes de que la escuela, en su totalidad debe reformarse, no podemos obviar que el tipo de alumnos que los docentes enfrentamos actualmente en clases ya no es el mismo de veinte o treinta años atrás, por lo tanto, si queremos una educación eficiente y eficaz no podemos ignorar las características del educando que enfrentamos actualmente, puesto que, de acuerdo a sus intereses y particularidades es que debemos adecuar nuestros métodos de enseñanza, de lo contrario, el aprendizaje será poco efectivo o nulo.
En consecuencia, es que se torna imprescindible el conocimiento cabal que como docentes debemos tener de los estudiantes, o sea, no podemos desconocer el rol que desempeña en el aula, pues de lo contrario, nuestra labor es inútil y aquellos, aparte de no aprehender los conocimientos que nosotros queremos otorgarles, no valoran la labor educativa como tal, pues simplemente y por razones propias de formación, se fastidian y no logran comprender el fin último de la escuela, esto es: formar personas emocional e intelectualmente capaces de desenvolverse activa y positivamente en la sociedad actual.

Ejes fundamentales del Proceso Educativo

Profesor - Alumno
            Anteriormente ya hemos insinuado la idea de un nuevo prototipo humano, por consiguiente, comprendemos también que los sujetos que actúan como ejes fundamentales del proceso educativo, esto es, profesor y alumno, no son análogos a los de antaño y, por ende, su roles en el aula, han mutado.
            No obstante, antes de comenzar la descripción y definición del rol del alumno en el aula actual, que es la temática central de este ensayo, nos remitiremos, someramente, a las características del ser humano reinante.
            Jeremy Rifkins lo define de la siguiente manera:
Está naciendo un nuevo arquetipo humano: parte de su vida la vive cómodamente en los mundo virtuales del ciberespacio; conoce bien el funcionamiento de una economía  - red; está más interesado en tener experiencias excitantes y entretenidas que acumular cosas; es capaz de interaccionar simultáneamente en mundos paralelos, y de cambiar rápidamente de personalidad para adecuarse a cualquier nueva realidad – real o simulada – que se le presente[2]
Así, el hombre actual anhela la intensidad y la fugacidad, detesta la monotonía y la constancia, gusta del eclecticismo de realidades, desecha la noción lineal del tiempo, está sometido a grandes cantidades de información, no valora lo permanente y siempre está en busca de cambios y nuevas experiencias; en consecuencia, ¿nuestro alumno será capaz aprender si nuestro método de enseñanza no comparte sus características e intereses? ¿podremos adecuar nuestra metodología de enseñanza si no conocemos el tipo de alumno con el cual nos tenemos que relacionar?
Es preciso que conozcamos en mayor profundidad a este nuevo estudiante (para adaptar nuestras prácticas docentes), que ha crecido bajo el amparo de nuevas tecnologías; que internalizemos la figura del alumno ya no como un ente vacío de información, sino carente de conocimiento; como un ser capaz de aportar a la clase tanto como los profesores; como un ser humano crítico de su realidad y de entornos diferentes, como un individuo activo, hábil e inquieto.

El Rol del Alumno en el Aula Educativa Actual

El porqué del comportamiento del alumno actual
            Para nadie es desconocido el hecho de que la relación profesor – alumno ya no es semejante a aquella que imperaba en el sistema educativo moderno, o por lo menos, no debería ser igual. Por ello, y si queremos brindar en nuestras escuelas una educación de alta calidad, debemos reconocer que el estudiante de hoy es diferente al de años atrás, y que por lo tanto, su rol en el proceso de enseñanza – aprendizaje ya no es el mismo.
            Tomemos la siguiente reflexión:
“el alumno ha de cambiar también su rol y buscar un rol activo en la construcción de su propio proceso de aprendizaje. Ya no sirve el alumno que se limita a asimilar información, sino que ha de ser crítico, indagador, reflexivo, investigador, creativo”.[3]
            Por lo tanto, la unidireccionalidad profesor – alumno en la entrega de conocimientos ya no es válida, puesto que ahora el alumno conoce y sabe lo mismo, o incluso más, que el propio profesor. En definitiva, el rol del alumno como ente pasivo en el proceso de enseñanza – aprendizaje ha mutado en que éste último colabore activamente en la ejecución de su propio aprendizaje.
            El alumno actual se caracteriza por ser interactivo, espontáneo, inquieto, resuelto, crítico, hábil en el uso de tecnologías y ávido de experiencias y sensaciones nuevas; por consiguiente, su rol en el aula ya no es el de un simple espectador ni el de un simple “comprador”        de un “producto” vendido por el profesor, sino al contrario, el estudiante actual  genera su propio conocimiento, sólo con la ayuda del profesor, aunando y relacionando productivamente el cúmulo de informaciones que posee, encauzando éstas en pro de su beneficio personal, es decir, creando un aprendizaje significativo para su vida y para su entorno social; en otras palabras, es el propio educando quien produce su aprendizaje y quien dirige, en definitiva, el proceso de enseñanza – aprendizaje.
El docente, en el aula actual, pierde protagonismo, pues ya no es el alumno quien está a su disposición, sino que ahora es él quien está sujeto a los intereses y características de estos nuevos educandos.
Sin lugar a dudas, el alumno descrito anteriormente es el que encontramos a diario en nuestras aulas, un alumno que muchas veces se nos torna difícil controlar y motivar, un estudiante que en reiteradas ocasiones nos sorprende con información que para nosotros es desconocida, un educando que nos maravilla con sus habilidades en el manejo de tecnologías. Y también, un alumno que no sabemos comprender porque ignoramos la procedencia de sus actitudes, la causa de su comportamiento y el origen de sus intereses.
Es por lo anterior, que es necesario conocer el porqué del comportamiento del alumno actual.
Andrew Darley, en su libro “La Cultura Visual – Digital”, plantea lo siguiente:
Se trata de una cultura que, en sus prácticas y expresiones, cada vez privilegia más la forma en detrimento del contenido, lo efímero y lo superficial en detrimento de la permanencia y la profundidad, y la imagen por la imagen en detrimento de la imagen como referente”[4]
Por lo tanto, debemos comprender que el alumno con el que diariamente nos relacionamos ha nacido y se ha desarrollado en una sociedad distinta a la nuestra, una sociedad que es dirigida y que sólo subsiste gracias a la tecnología, por ello, la noción de vida que el alumno tiene, y por ende, la noción de aprendizaje que posee, no es igual a la de alumnos antiguos porque simplemente el forma parte de una generación diferente.
Nuestros alumnos han crecido bajo el alero del computador[5] y su herramienta más poderosa: Internet. Esta idea, aunque parezca simple, es la que explica el comportamiento de nuestros alumnos, pues el ordenador e Internet han mutado la concepción de tiempo y espacio de nuestros alumnos, han traído hacia ellos el mundo entero sin el menor esfuerzo físico, han implantado la cultura de la imagen y han inculcado en ellos la mezcla de la palabra con la imagen y el sonido en el menor tiempo posible. Han desarrollado la valoración de la velocidad y el conocimiento de realidades múltiples (reales o virtuales). Además, nuestros alumnos están siendo continuamente “bombardeados” por cantidades impresionantes de información.
            Lo anterior, nos conduce a pensar que no podemos demandar de nuestros alumnos pasividad, estaticidad y monotonía, y menos solicitar de ellos atención en una clase sólo efectuada a través del texto de estudio, la pizarra y el plumón, y llevada a cabo en una concepción lineal del tiempo, pues ellos se han desarrollado en una cultura caótica, y por tanto, demandan también una educación compleja.
            Para comprender aún más esta última idea y para conocer más cabalmente el tipo de alumnos con el cual nos relacionamos, me gustaría citar a Patrick Slattery, que plantea lo siguiente:
El currículo postmoderno fomenta el caos, la no racionalidad y zonas de incertidumbre, porque el orden complejo que existe en las salas de clases y en las personas humanas es el lugar donde el pensamiento crítico, la intuición reflexiva, la resolución de problemas globales florecerá[6]
Lo anterior nos permite inferir que la Sociedad Postmoderna ha creado personas aptas para desenvolverse en el caos, para anular lo estructurado y aislado y anhelar lo complejo, lo ecléctico, lo veloz, las imágenes, la multiplicidad de realidades y la variabilidad. Por tanto, ¿nuestros alumnos estarán exentos de estas características si han nacido bajo esta concepción de vida? Evidentemente que no, por ello, nuestros alumnos son seres humanos capaces de aportar al mundo, aportar a su aprendizaje y al aprendizaje de los demás, son seres activos, con intereses e inquietudes propias, dignos de ser escuchados y dignos de ser considerados como parte activa en el proceso de enseñanza  - aprendizaje, cuya responsabilidad, de antaño, ha recaído sólo en los profesores[7].

Conclusiones

            Sin lugar a dudas, la amplitud del tema tratado no es comparable con el ensayo anteriormente expuesto, no obstante, el objetivo de caracterizar y delimitar más acotadamente el rol del alumno en el aula actual lo hemos conseguido.
            No podemos desconocer que la época en la que vivimos es una etapa de transición, y por ende, bastante compleja; pues, en palabras comunes, el mundo se está reestructurando. Esto nos conduce a pensar que la Educación está también inmersa en este proceso de cambio. Por ello, las instituciones educativas se han visto enfrentadas estos últimos años a un sinnúmero de problemas. Para muchos, la escuela ha colapsado y su reorganización y replanteamiento como institución social se ha tornado imperiosa. Así, los sujetos fundamentales de este agente educativo, o sea, los profesores y alumnos, también se han visto afectados por este período colmado de vicisitudes. Es por ello que sus roles en la educación también se han replanteado.
            Por una parte, el profesor ya no actúa como único ente poseedor de todo el conocimiento, sino que ahora su papel es el de facilitador  del mismo y, por otra parte, el alumno ya no es la parte pasiva del proceso de enseñanza – aprendizaje, sino que la parte activa y protagónica del mismo. El estudiante actual es inquieto, informado, creativo, con intereses e inquietudes propias, dispuesto y capacitado para enfrentar, apoyar y cooperar no sólo en su propio proceso de enseñanza – aprendizaje, sino también en el de los demás.
            Sintetizando, la adecuación de los roles de ambos sujetos a las nuevas demandas sociales es imprescindible, pues de lo contrario, la eficiencia y la efectividad de la escuela como agente formador de personas se verá inexpugnablemente acabado.
            Para concluir, una reflexión de Slattery:
“La educación postmoderna debe reconectar a estudiantes y profesores, al espacio y el tiempo, el sentido y el contexto, el conocer y lo conocido, las humanidades y las ciencias y, especialmente, el pasado, el presente y el futuro”[8]

Bibliografía

·         Darley, Andrew (2002). Cultura Visual – Digital. Barcelona. Paidós Ibérica
·         Rifkin, Jeremy. (2000). La Era del Acceso. Barcelona Paidós Ibérica
·         Slattery, Patrick. (1995). A Postmodern of Vision Time and Learning. A Response to the Nacional Education Comisión Report Prisioners of Time. Harvard Educational Review Volume 65, Number 4, pp. 612 – 633
·         Zapata, Juan. (2003) La configuración espacio – temporal postmoderna en los estudios literarios. Universidad de Concepción. Proyecto Mecesup UCO 0203
Webgrafía
·       http://tecnologiaedu.us.es/nweb/htm/pdf/paz1.pdf   (16 – 09 – 2008)


Autora:
Marcela Elizabeth Neira Valladares
Chile
2008




[1] Zapata, Juan. (2003) La configuración espacio – temporal postmoderna en los estudios literarios. Universidad de Concepción. Proyecto Mecesup UCO 0203
[2] Rifkin, Jeremy. (2000). La Era del Acceso. Barcelona Paidós Ibérica
[3] Prendes Espinoza, María Paz; Martínez Sánchez, Francisco. La innovación tecnológica en el sistema escolar y el rol del profesor como elemento clave del cambio. Universidad de Murcia, España
http://tecnologiaedu.us.es/nweb/htm/pdf/paz1.pdf   (16 – 09 – 2008)
[4] Darley, Andrew (2002). Cultura Visual – Digital. Barcelona. Paidós Ibérica
[5] Los primeros indicios de la era postmoderna se remontan a la invención del telégrafo, por ende, el computador sólo es la culminación de una serie de artefactos tecnológicos y comunicacionales que han terminado por mutar nuestra esencia humana. Por ello, y por ser el aparato tecnológico que ha terminado por revolucionarnos es que lo menciono, no desmereciendo ni desconociendo en ningún caso la influencia de otras creaciones.
[6] Slattery, Patrick. (1995). A Postmodern of Vision Time and Learning. A Response to the Nacional Education Comisión Report Prisioners of Time. Harvard Educational Review Volume 65, Number 4, pp. 612 - 633
[7] Evidentemente, el rol de los profesores debe  también cambiar. Ya no debe actuar como fuente única de saber, cuyo papel es otorgar conocimientos al alumno, sino que debe mutar en facilitador del aprendizaje de los alumnos a través del uso consciente y responsable de las tecnologías.
[8] Slattery, Patrick. (1995). A Postmodern of Vision Time and Learning. A Response to the Nacional Education Comisión Report Prisioners of Time. Harvard Educational Review Volume 65, Number 4, pp. 612 - 633




FIN DE LA ENTRADA

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